Los espacios donde los adultos mayores tienen viviendas individuales pero comparten espacios comunes ya son tendencia en Europa y Estados Unidos. En qué consiste este formato mundial que suma adeptos en la Argentina.
Es autopromovido, de iniciativa y diseño del grupo.
Es co-diseñado, con un enfoque intencional para favorecer la relación vecinal.
Existen zonas comunes significativas, que se comprenden como extensión de las viviendas (no de gestión externa).
Autogestionado, con organización colaborativa de las tareas comunes (comisiones).
No hay jerarquías, y los roles se reparten de forma natural.
La economía es privada, y las viviendas cuentan con todos los elementos que aseguran la independencia de los residentes.
En el imaginario colectivo las comunidades de senior cohousing (o jubilares) se asocian erróneamente a un cierto modelo derivado de las “residencias” de personas mayores: a menudo se confunden con “apartamentos con servicios”, “senior resorts” o “apartamentos tutelados”, donde no encontramos las seis características mencionadas anteriormente, principalmente en lo que se refiere a la autopromoción, autogestión y falta de jerarquía (suele haber “tutela” externa).
Tampoco el cohousing se define por su configuración arquitectónica, pero sí por su diseño social.
Realmente el cohousing se asemeja más a un pequeño barrio o a una comunidad de vecinas y vecinos bien avenidos (porque lo crearon con esa intención de vida colaborativa y mutualismo comunitario).
El proceso de creación de comunidad, previo a la creación del complejo exige metodologías participativas y herramientas de inteligencia colectiva. Y es que ese deseo de “formar parte” (= participación, en mayor o menor medida) es una de las grandes claves.
El cohousing es entorno físico y social que, construido de forma colectiva, facilita que esto ocurra.